El fetichismo de la mercancía es la observación de que a través de muchos pequeños actos de intercambio en el mercado nos obligamos los unos a los otros a comportarnos de maneras muy específicas, pero al mismo tiempo declaramos que somos impotentes frente a una necesidad ciega. [1] Es un concepto clave en la crítica de Marx al capitalismo (le dedica una sección entera en El Capital), [2] y los marxistas deben entender que Marx utilizó el término “fetiche” para argumentar que “las mercancías se comportan como pequeños dioses en la medida en que parecen dirigir a los hombres” y no “el consumismo es inmoral y vulgar”.
fetiche: 1. m. Ídolo u objeto de culto al que se atribuyen poderes sobrenaturales, especialmente entre los pueblos primitivos. [3]
El fetichismo de las mercancías debería sugerir a uno la forma en que los agentes económicos, tanto los ricos como los pobres, se declaran impotentes frente a las demandas ejercidas por el mundo de las mercancías (“lamento tener que dejarte ir, pero el mercado nos indica que tus servicios ya no son necesarios”). Conceptualmente es bastante similar a la noción liberal de “la mano invisible del mercado” (Adam Smith), pero Marx nos invita a ver este sistema como un culto siniestro en vez de algo benevolente y sabio. La frase nunca pretendió regañar a la gente por sus gustos materiales; no tiene nada que ver con generar culpabilidad en respuesta a darse cuenta de que uno ansía ciertos bienes de consumo (“qué mala soy, pero esos zapatos nuevos sí que son bonitos”). [4]
El fetichismo de la mercancía describe el hecho objetivo de que dentro del capitalismo no nos relacionamos generalmente como seres humanos que piden unos a otros que hagan ciertas cosas, sino que nos forzamos indirectamente a hacerlas, con las mercancías como medio. Si voy a un restaurante, no le ruego al cocinero que me haga un plato ni al camarero que me lo entregue, y tampoco les amenazo imperiosamente con violencia, y tampoco me hacen el favor porque sí. Yo compro el plato, y luego ellos se mueven como si el plato mísmo les estuviese dando órdenes, ¡como un pequeño dios! Y yo por mi parte, para conseguir los recursos para comprar dicho plato, debo seguir de manera similar los mandatos de otras mercancías, que produzco en mi ámbito laboral. Es así como la fábrica manifesta su deseo de ser utilizada, y como la fruta tropical expresa su deseo de encontrar su camino a Paris. [5] Marx lo pone así:
Para [los productores], su propia acción social toma la forma de la acción de objetos, los cuales gobiernan a los productores en lugar de ser gobernados por ellos. [6]
Desde esta perspectiva, una de las tareas centrales de los comunistas es liberar a los trabajadores no del trabajo o del deseo en sí, sino de una ausencia generalizada de capacidad de decisión frente al burdo fetichismo económico. Las personas deben decidir lo que hacen las personas, ¡no las mercancías! En busca de alternativas a la esclavitud bajo las mercancías, algunos miran hacia atrás, añorando las formas de despotismo feudal, religioso y patriarcal romántico, [7] pero los socialistas en vez miran hacia adelante: hacia la interacción y negociación multidimensional, hacia la democracia popular del socialismo. [8]
Consideremos la siguiente cita de Hegel. Antecede los escritos de Marx por muchos años, pero en realidad está muy relacionada al fetichismo de la mercancía:
Ya que el hombre que se jacta de su “sentido común” apela a la emoción, a un oráculo dentro de su pecho, no tiene nada que hacer con nadie que no esté ya de acuerdo con él; le basta declarar que no tiene nada más que decirle a nadie que no encuentre y sienta lo mismo de por sí. En otras palabras, pisotea las raíces de la humanidad. Pues está dentro de la naturaleza humana el avanzar hacia el acuerdo entre seres; la naturaleza humana llega a existir realmente sólo cuando se forma una comunidad de mentes. [9]
El capitalismo también “pisotea las raíces de la humanidad”. Con el auge de la producción de mercancías plenamente desarrollada, la capacidad de trabajo en sí se convierte en un tipo de mercancía. [10] De tal modo, en el capitalismo toda la vida social se convierte en una serie de órdenes opacas y no negociables, dadas y recibidas de forma pasivo-agresiva, que nos reducen a un estado de ser material, intelectual y socialmente empobrecido, subyugado por el mercado y sin alternativa. Como dijo César Vallejo, “La palabra — forma de relación social la más humana entre todas — ha perdido así toda su esencia y atributos colectivos.” [11] ¿Y la democracia? “¡Vota con tu bolsillo!”
La confusión que reina en torno al fetichismo es común y muy comprensible. El significado original del término es un tanto anticuado — francamente, su origen en el establecimiento de jerarquías espirituales entre tradiciones religiosas es un tanto racista. Mientras tanto, el significado más freudiano del término — el “fetiche sexual” — es súper popular y muy intuitivo. Dicho esto, produce una comprensión errónea del fetichismo de la mercancía. Debemos esforzarnos por corregir este malentendido, ya que la interpretación alternativa de la frase transfigura al marxismo, lo transforma en una doctrina monástica de ascetismo piadoso que — dejando de lado sus méritos morales — es muy poco atractiva. Marx estaba muy seguro de que un proyecto así jamás llevaría a las masas ambiciosas a luchar y triunfar sobre el capitalismo. Pero, ¿la destrucción de una religión de mercado fraudulenta y tiránica? Muchos nos apuntaríamos a eso.
[1] Una paráfrasis de una definición de Nia Frome, utilizada por Roderic Day en “¿Por qué marxismo?”. (2020). [web]
[2] “Una mercancía es una cosa misteriosa, pues en ella el carácter social del trabajo de los hombres aparece ante ellos como un carácter objetivo estampado sobre el producto de ese trabajo; la relación de los productores con la suma total de su propio trabajo se les presenta como una relación social, que existe no entre ellos mismos, sino entre los productos de su trabajo” — Karl Marx, El Capital Vol. 1., “El fetichismo de las mercancías y su secreto” (1867). [web]
[3] Fetiche en el diccionario de la Real Academia Española. [web]
[4] Ishay Landa, “La negación de la abnegación: Marx sobre el consumo” (2018). [web]
[5] La canción “Don’t Stop Dancing” de Bojack Horseman está cantada en la voz del fetiche de la mercancía que es el mundo del espectáculo, diciendo, efectivamente, “el espectáculo debe continuar” sin importar lo que eso signifique para la gente que lo hace. [web] — N. F.
[6] Karl Marx, El Capital Vol. 1., “El fetichismo de las mercancías y su secreto” (1867). [web]
[7] V. I. Lenin, “La crítica sentimental del capitalismo” (1897). [web]
[8] Nia Frome, “¿Cómo hacemos?” (2023). [web]
[9] G. W. F. Hegel citado en Ann Robertson, “Las raíces filosóficas del conflicto entre Marx y Bakunin” (2003). [web]
[10] “El capitalismo es la etapa del desarrollo de la producción de mercancías en la que la capacidad de trabajo se convierte también en una mercancía” — V. I. Lenin, “Crítica acrítica” (1900). I. Lenin, “Crítica acrítica” (1900). [web]
[11] César Vallejo, “Duelo entre dos literaturas” (1931). [web]