Wang Weiguang (n. 1950) fue presidente de la Academia China de Ciencias Sociales de 2013 a 2018. Este artículo se publicó originalmente en Studies in Political Economy, n.º 4, 2022, y fue adaptado de la versión en línea de Red Culture Network.
La evaluación de los méritos y deméritos de Stalin parecería a primera vista una cuestión de juzgar a una figura histórica, una pregunta con una conclusión definitiva, pero en realidad está profundamente vinculada a una serie de disputas en la lucha contemporánea. En última instancia, se trata de una cuestión de vida o muerte entre el proletariado y la burguesía, entre el socialismo y el capitalismo, en la que un bando debe triunfar sobre el otro, y esto no debe minimizarse.
En primer lugar, la negación completa de Stalin es, en esencia, el ataque ideológico de las fuerzas hostiles occidentales que pretenden subvertir el régimen socialista. El vigoroso desarrollo de la Unión Soviética y del movimiento socialista mundial en general causó temor e inquietud en el mundo capitalista; los capitalistas temían que la doctrina marxista del socialismo científico se materializara en todas partes. La demonización de Stalin fue un método encubierto para socavar el éxito del socialismo científico, y un recurso importante para que Occidente triunfara en la “batalla por los corazones y las mentes”. Tras la Segunda Guerra Mundial, las fuerzas hostiles occidentales lideradas por Estados Unidos intentaron obtener una ventaja competitiva sobre el socialismo mediante un rápido desarrollo tecnológico, económico y social, inaugurando la Guerra Fría entre el capitalismo y el socialismo. El movimiento antiestalinista atendió las necesidades de las fuerzas hostiles occidentales lideradas por Estados Unidos, perturbando al socialismo en épocas de tumultos y abriendo una gran brecha en el campo ideológico del ya consolidado campo socialista, cuyo resultado inevitable fue el creciente caos ideológico y político en los países socialistas, con diversas contradicciones y conflictos que crecieron en prominencia.
En segundo lugar, la negación completa de Stalin sustituye en esencia los intereses de clase de la burguesía por los intereses de clase del proletariado y de las masas populares. En la actualidad, las masas populares, dirigidas por el proletariado, son la verdadera fuerza del desarrollo social e histórico: los amos y protagonistas de la historia, los creadores de toda riqueza material y espiritual de la sociedad y los agentes del cambio social. El socialismo es una nueva forma social que representa los intereses fundamentales del proletariado y de las grandes masas populares. El capitalismo es la última sociedad basada en la explotación en la historia de la humanidad, una forma social retrógrada que representa los intereses de la burguesía. La lucha entre el socialismo y el capitalismo es una lucha entre los intereses de dos clases fundamentalmente opuestas. El socialismo en la Unión Soviética bajo la dirección de Stalin logró un gran aumento del poder estatal y montó una gran defensa de los intereses de las masas, creando un milagro sin precedentes en la historia de la humanidad. Jruschov ignoró por completo esta realidad básica, repudió por completo a Stalin, invirtió sus posiciones y, bajo la apariencia de abogar por una “armonía de intereses” y la turbulenta transformación que eso trajo consigo, cultivó una pandilla capitalista privilegiada al alcance de la burguesía occidental. Hizo lo que el enemigo quería pero no podía hacer: llevó al desastre a todo el socialismo soviético y a los pueblos del mundo.
En tercer lugar, la negación completa de Stalin es, en esencia, la negación de la inevitable tendencia histórica del socialismo a superar el capitalismo. La esencia de la estrategia antiestalinista es transformar la oposición a Stalin en una negación completa de los grandes logros del socialismo soviético en la revolución y en la construcción, y así negar completamente la inevitabilidad histórica de que el socialismo sustituya al capitalismo. Con respecto a esta tendencia inevitable del desarrollo sociohistórico, y a la ley inevitable de la historia de que el socialismo sustituye al capitalismo, la burguesía y el proletariado, que representan intereses de clase diferentes, adoptarán perspectivas distintas y sacarán conclusiones diferentes e incluso opuestas. A pesar de los esfuerzos de la burguesía por inventar diversos mitos sobre la invencibilidad del capitalismo, sus esfuerzos por retardar su propio destino con diversas medidas, la intensificación de su lucha contra el socialismo, sus medidas represivas contra el socialismo que van desde lo militar a lo económico, desde lo político a lo cultural, e incluso su adopción de ciertas concesiones y medidas colaborativas para salvarse de la inevitable tendencia hacia la decadencia y la extinción, haga lo que haga, no puede cambiar fundamentalmente la inevitable tendencia de la historia. Incluso en el mundo capitalista occidental contemporáneo hay muchas personas cultas que lo admiten abiertamente.
La gran victoria de la Revolución de Octubre, el rápido desarrollo de la construcción socialista en la Unión Soviética bajo Lenin y Stalin y el vigoroso desarrollo del socialismo con características chinas demuestran plenamente la exactitud científica del materialismo histórico.
Todas las fuerzas hostiles que se oponen a Stalin abogan por la negación completa de Stalin, que en esencia es la negación completa de la Revolución de Octubre y de los logros del socialismo soviético, y la negación completa de la inevitabilidad histórica de que el socialismo sustituya al capitalismo.